El amor entre los cónyuges crece con la práctica cotidiana de las virtudes, pero las virtudes también pueden crecer sobre las dificultades de la vida matrimonial.
Amar al cónyuge a pesar de sus defectos
Al momento de la boda todos vivimos más o menos en una ilusión, “me caso con la mujer perfecta!”. Pero en el noviazgo tratamos de mostrar nuestro mejor lado, vivimos el “romance”. Pero ojo la mujer ideal o el hombre ideal no existen!Luego viene la vida de casados, los años, y es necesario aprender a amarse en lo cotidiano y hacerse amable. Se puede pero exige esfuerzo.
“No la/lo entiendo!” es lógico porque muchas cosas nunca las vamos a entender, somos diferentes. No vale encapricharse en que el otro sea como yo quiero. Esperar del otro lo que pueda dar y no lo que me gustaría recibir. A las virtudes del otro nos acostumbramos rápido, pero a los defectos? El punto crucial es amar al otro con sus peculiaridades, sus posibilidades, sus limitaciones e intereses. Hay que quererse con los defectos, amarse como son. No se trata de juzgar sino de comprender, conocer al otro profundamente. Esto no impide que con cariño, comprensión y paciencia, lo ayudemos a corregirlos, sin ponernos rígidos, exigentes, sin la manía de tratar de cambiarlo (“furor pedagógico”). A la vez es justo que uno trate de corregir sus propios defectos. Es un proceso de maduración mutua, un proceso lento que requiere apoyo mutuo.
Intentar adaptarse al otro
Cada persona tiene sus costumbres, aficiones, gustos, amigos, padres, etc. ¿Cómo hacer esto compatible? La respuesta está en la donación recíproca, por ella un cónyuge se esfuerza por adaptarse al otro, buscar intereses comunes, actividades juntos. ¿Cuántas tonterías generan distanciamientos entre las parejas? Que uno se levanta temprano y el otro tarde, que uno quiere abrir las ventanas y el otro cerrarlas, el cepillo de dientes, etc. Basta un poco de paciencia y buen humor, y sobre todo renuncia y sacrificarse sin hacerse la víctima por el otro. Con esto no se pierde la propia personalidad. Es el caso también del apegamiento de alguno de los dos a su propia familia, la pareja necesita independencia para consolidarse adecuadamente.
Esas pequeñas cosas tan importantes para la convivencia
En la vida conyugal hay infinidad de pequeñas cosas que pueden ser enriquecedoras o perturbadoras. Depende de la capacidad de cada uno de vencer su egoísmo y volcarse al otro. La forma de hablar, el tono de voz, pequeños comentarios espontáneos y naturales que alimentan el amor. Cuando uno llega a casa “qué rico huele” “qué lindo es verte de nuevo”, “te extrañé mucho”, “que linda estás, has estado en la peluquería?”, etc.
Tomar las decisiones juntos y hacerlas propias
Las decisiones que inciden suficientemente en la vida familiar deben ser tomadas de común acuerdo. En la práctica se suelen dividir las responsabilidades, pero lo que hay que evitar es el amor propio para imponer las propias opiniones. Es bueno discutir antes de tomar una decisión pero luego, una vez tomada, hacerla propia, sea la que sea. Ejm de cambiar de ciudad. De esta forma la decisión tomada, así luego se vea que no fue la mejor, no generará división sino que será un signo de unión y amor.