La tiroides es una glándula situada en el cuello justo por debajo de la “manzana de Adán”, junto al cartílago tiroides y sobre la tráquea. Pesa entre 15 y 30 gramos en el adulto, y está formada por dos lóbulos en forma de mariposa a ambos lados de la tráquea, los cuales están unidos por el istmo. La glándula tiroides regula el metabolismo del cuerpo, es productora de proteínas y regula la sensibilidad del cuerpo a otras hormonas.
¿Cuál es la función de la tiroides?
La tiroides participa en la producción de hormonas, especialmente tiroxina (T4) y triyodotironina (T3). Estas hormonas regulan el metabolismo basal y afectan el crecimiento y grado de funcionalidad de otros sistemas del organismo. La tiroides también produce la hormona calcitonina que juega un papel importante en la regulación del calcio. Las hormonas tiroideas tienen efectos sobre casi todos los tejidos del organismo. Aumentan la termogénesis (producción de calor) y el consumo de oxígeno, y son necesarias para la formación de muchas proteínas; de ahí que sean esenciales en los períodos de crecimiento y para el desarrollo del sistema nervioso central. También influyen sobre el metabolismo de los carbohidratos y de los lípidos.
¿Son comunes los nódulos o tumores de la tiroides?
Se estima que alrededor del 4-7% de la población mundial los tiene. Afortunadamente la inmensa mayoría son benignos. Solo un 4-5% se consideran de origen maligno (cáncer). Los nódulos tiroideos son más comunes en las mujeres que en los hombres y las posibilidades de desarrollarlos se incrementan con la edad.
¿Existen factores de riesgo para desarrollarlos?
Sí, sobre todo para los de origen maligno. Entre éstos se encuentran el tener una historia familiar de cáncer de tiroides y el antecedente de haber recibido radiación en la cabeza o el cuello.
¿Cuáles son los síntomas más comunes?
La mayoría de los tumores o nódulos tiroideos no causan síntomas. Cuando llegan a ser lo suficientemente grandes como para ejercer presión sobre otras estructuras del cuello pueden provocar: dificultad para deglutir o respirar, dolor en el cuello y cambios en la voz (ronquera). Sin embargo, no es lo habitual.
Si lo tumores producen hormonas tiroideas causarán hipertiroidismo (función aumentada de la glándula), manifestándose como pérdida de peso, inquietud, nerviosismo, aumento del apetito, rubor facial, piel húmeda, intolerancia al calor, entre otros.
En algunas ocasiones los tumores se encuentran en pacientes con hipotiroidismo (función disminuida de la glándula), provocando síntomas como aumento de peso, intolerancia al frío, fatiga, debilidad, hinchazón facial, piel seca, pérdida de cabello, etc.
¿Qué herramientas diagnósticas existen?
Como se mencionó anteriormente, la mayoría de estos tumores no causan síntomas. Generalmente son los médicos quienes los detectan en un examen físico de rutina. Es raro que el paciente sea quien lo encontró inicialmente (usualmente cuando el paciente los descubre ya tienen un tamaño considerable).
Una vez detectado el nódulo o tumor, lo primero que debemos hacer los especialistas es solicitar un perfil tiroideo (pruebas de función tiroidea) para descartar un trastorno funcional de la glándula (hiper o hipotiroidismo).
El ultrasonido es un método no invasivo, sin radiación, barato, rápido y sumamente efectivo. Nos permite conocer las características físicas del tumor, su tamaño, localización exacta, extensión y la relación que guarda con otras estructuras del cuello.
El gammagrama es un método de medicina nuclear que utiliza yodo radioactivo para determinar qué tan bien está funcionando la glándula tiroides. Nos dice si una tumoración es funcional (nódulo caliente) o no (nódulo frío). La gran mayoría de los nódulos calientes son benignos, por su parte, hasta un 20-30% de los nódulos fríos son malignos.
La biopsia por aspiración con aguja fina es un procedimiento para extraer células de la tiroides para su respectivo análisis. Su principal y más importante utilidad, a diferencia del ultrasonido y del gammagrama, es que nos permite saber con mayor exactitud si una tumoración es de origen benigno o maligno (cáncer).
¿Cuáles son las modalidades de tratamiento?
El tratamiento dependerá de la causa en particular. Los pacientes con nódulos hiperactivos o “calientes” (productores de hormonas) se pueden tratar con yodo radioactivo, lo cual reduce su tamaño y actividad. Por su parte, en aquellos pacientes con tumores benignos acompañados de hipotiroidismo (función disminuida de la glándula) la terapia con hormona tiroidea (levotiroxina) resulta ser muy exitosa.
El especialista puede recomendar la cirugía para extraer parte o toda la glándula tiroides si el nódulo es canceroso (maligno), si no se ha podido determinar si es benigno o maligno, si el nódulo es hiperactivo y no respondió a otros tratamientos, y si causa síntomas como problemas para respirar o deglutir.
En algunos casos de nódulos benignos que no causan síntomas y que no están creciendo se recomienda solamente un seguimiento cuidadoso estrecho.
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Dr. César Antonio Gálvez Hernández
CIRUGIA GENERAL Y LAPAROSCOPIA