Los juegos y deportes con demasiado calor pueden hacer que el cuerpo deje de mantener constantes sus 37 grados y desarrolle un agotamiento que, si se agrava, se transforma en un grave riesgo: el golpe de calor.
El agotamiento por calor sucede cuando el mecanismo natural de regulación de la temperatura corporal -que normalmente es de 37ºC- no alcanza para compensar una exposición exagerada al calor ambiente. Clásicamente se da por insolación, pero también es frecuente por el ejercicio físico intenso. Y cuando la temperatura corporal supera los 40ºC los síntomas se agravan, en lo que se conoce como golpe de calor. Y las consecuencias de un golpe de calor pueden ser incluso fallas cardíacas, hepáticas o renales, por eso puede ser fatal si la persona no recibe atención urgente.
El organismo disipa los excesos de temperatura mediante el sudor, y por eso además del calor, también la humedad es un factor de riesgo para sufrir un golpe de calor, ya que al estar el ambiente saturado, el aire admite menos vapor de agua y por consiguiente se traspira menos. En una persona adulta de 70 kilos, 40 están constituidos por agua, fundamental para la termorregulación corporal. Pero en los niños el porcentaje de agua es mayor (más del 70%).
En los adultos mayores el riesgo es justamente que el porcentaje de agua corporal es menor que en el de los adultos jóvenes, y por eso constituyen la otra población de riesgo para el golpe de calor.
Hay algunas diferencias que hacen que el organismo de un niño regule la temperatura de manera menos eficiente de la que lo hace el de un adulto. El adulto suda menos y presenta menor excreción por cada glándula sudorípara que el niño, y tiene una mayor área de superficie corporal, por lo que la piel disipa mejor el calor. Tienen además un mayor número de vasos sanguíneos en contacto con la piel, lo cual mejora el intercambio energético de ésta con el ambiente.
El niño comienza a sudar al alcanzar temperaturas más altas que un adulto joven, y a cualquier nivel de ejercicio, produce mayor calor metabólico por kilo de peso. Su corazón bombea menos sangre.
La deshidratación provoca una disminución de la capacidad de termorregulación corporal, de capacidad del trabajo físico y de la fuerza muscular. También hace que disminuya la sudoración y agota el glucógeno muscular, que sirve para proporcionar energía al cuerpo. La propia circulación sanguínea se vuelve más inestable, y se ha comprobado que hay un efecto acumulativo de la pérdida de líquido en el rendimiento deportivo, que no siempre logra compensarse en el corto plazo. Los chicos con problemas de obesidad tienen mayor riesgo de sufrir deshidratación.
Se debe estar atento a los efectos secundarios de los medicamentos, si es que se está ingiriendo alguno.
Hidratación y alimentación
Los dos aspectos preventivos fundamentales para evitar el golpe de calor son la hidratación y la alimentación. Cuando hace mucho calor, es necesario tomar agua o jugos naturales en forma frecuente, aún sin esperar a tener sed. A los niños hay que dárselos sin que los pidan.
También es necesario que la comida tenga un poco más de sal, porque eso incrementa la presión arterial. No conviene comer comidas calientes o con muchas grasas. Pero cuidado porque las bebidas muy frías pueden dar dolor de estómago.
El mediodía, decididamente, no es el mejor horario para la actividad física al aire libre los días de más calor. Y siempre se debe evitar el sol.
Los chicos deben vestirse con ropa holgada, liviana, de algodón y colores claros.
Los jóvenes y adolescentes deben saber que las bebidas alcohólicas -aún una cerveza fría- aumentan la temperatura corporal y las pérdidas de líquido.